¿Por qué nos gustan tanto las historias?

 

El storytelling es una técnica que se lleva utilizando un tiempo como herramienta principal para muchas cosas; ayuda desde asociar valores a una marca, a vender un producto por la vía emocional. Todo el mundo, especialmente gurús del marketing, dice que tienes que contar tu/una historia para vender mejor. Qué es la herramienta que te ayuda a conectar con tu audiencia. Y es cierto, contando historias se vende mejor, el mensaje que se quiere hacer llegar coge el camino directo a nuestro inconsciente y nos hace emocionarnos, empatizar, vivir otras vidas… Pero ¿por qué? Aquí nuestra teoría.

 

En investigaciones a lo largo de todo el planeta, neurocientíficos se esfuerzan por averiguar cómo funciona nuestro cerebro, averiguar que regiones neuronales se activan cuando nos cuentas historias, cuales nos interesan más, cuales menos. Todo para hacernos el trabajo más fácil a todos. Esta información es básica para perfeccionar nuestra forma de contar las historias, pero no nos dice por qué nos gustan. Para lograr una respuesta medianamente lógica a este hecho debemos echar la vista atrás. Muy, muy atrás.

Según la evolución del lenguaje humano el homo habilis, hace ya 2,4 millones de años, tenía capacidad suficiente para trasmitir el conocimiento, aunque de forma muy rudimentaria, de la construcción de sus primeras herramientas.

Sabiendo esto, no puedo dejar de imaginar a una tribu de habilis sentados junto a una hoguera escuchando al que mejor capacidad de comunicación tenia. Mientras el calor de la hoguera hacía más soportable las condiciones, escuchaban las primeras aventuras de los cazadores de la tribu:

“Aggrlrll, wehnelmsl orgutfdd zuualmncso…”

Pensándolo mejor, la versión traducida:

“Cuando saltó encima del monstruo de colmillos curvos y apéndice nasal de gran tamaño, la bestia giro su cuerpo rápidamente y (pon el nombre que quieras) cayó al suelo dormido, ya no despertó nunca más. Fue entonces cuando todos los demás en vez de hacer lo mismo rodeamos a la bestia y la empujamos por un acantilado… Gracias a eso tenemos esta comida asándose en el fuego”

 

Esto seguro que no coincide demasiado con la realidad, pero sí con el concepto al que queremos llegar.

«era una forma de contar tu día y a la vez trasmitir conocimiento adquirido por la experiencia, en este caso de cómo acabar con un mamut»

 

¿Qué eran estas historias? Eran crónicas de lo sucedido, era una forma de contar tu día y a la vez trasmitir conocimiento adquirido por la experiencia, en este caso de cómo acabar con un mamut. ¿Cuál era la mayor ventaja de trasmitir el conocimiento? que la supervivencia del grupo era mucho mayor. Si juntas a los nuevos miembros de la tribu y les cuentas cómo evitar que te mate un cocodrilo, cómo cazar un mamut, cómo recolectar fruta… Todo esto a base de tu experiencia, se ira trasmitiendo de manera oral hasta convertirse en historias de tu pueblo. Y a lo que ayudan estas crónicas es a mantener con vida a tu familia, a los que te rodean y a ti mismo.

 

Nos gustan las historias porque nos ayudaban a seguir vivos, a evolucionar y mejorar. Pero sobre todo a sobrevivir. Eso sí que está en nuestra naturaleza.

Generación tras generación, mientras los peligros externos disminuían las historias variaban, se iban cambiando, pero ya formaban parte de nuestra forma de supervivencia, ya sabíamos que eran necesarias, útiles e incluso divertidas. Y ya sabemos que no hay mejor manera de aprender que divirtiéndose.

Así, de historia en historia la comunicación oral comenzó su desarrollo hasta la actualidad. Siempre ayudándonos a sobrevivir, a mejorar y a aprender. Por esto funcionan las historias, por eso funciona el storytelling, porque desde el nacimiento de la humanidad es lo que nos ha ayudado a sobrevivir.  

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